Oncología

Para estudiantes de medicina, Universidad CES


Expectativas irrazonables: ¿qué le podemos pedir a la tamización contra el cáncer?

De 100 muertos en Colombia, 31 son por enfermedades circulatorias y 19 fallecen por cáncer. A su vez, ese 19% se subdivide en cánceres de próstata, mama, pulmón, colo-rectal y cérvix, con una participación del 16.6%, 16.07%, 12.4%, 9.8% y 9%, respectivamente. Todos ellos tienen en común que son susceptibles a exámenes de tamización. O sea, casi 2/3 de los fallecimientos por cáncer en Colombia ocurren por causas que, al menos en teoría, podrían ser susceptibles a detección precoz, con potencial impacto en la supervivencia. ¿Cuál supervivencia? ¿La general, la de toda la población? ¿o la cáncer específica?

Recientemente, se ha hecho una crítica acerba (look it up) a la tamización por parte de filósofos de la medicina que con argumentos muy contundentes implantan desconfianza en los beneficios de la tamización. Sus argumentos se basan en que la adopción de programas masivos de tamización contra el cáncer, no se traducen en una mejor supervivencia de la población general. De hecho, sólo la tamización para grandes fumadores para cáncer de pulmón ha demostrado un incremento en la supervivencia general. Las otras tamizaciones sólo mejoran, en el mejor de los casos, la supervivencia cáncer específica. Incluidos en este grupo son la tamización para cáncer de cérvix uterino y cáncer de colon y recto. Como no incrementan la supervivencia general, aducen los filósofos, no deberían ser recomendados. Yo, que no soy filósofo, sino médico, me pregunto: qué magnitud de beneficio en el control de cáncer de colon y recto o de cérvix se requeriría para observar un impacto apreciable en la mortalidad general cuando ellos constituyen el 18.8% de las muertes por cáncer. Es decir, 18.8% del 19%... Para que no se fatiguen calculando: el 3.5% de las muertes generales. Pregunto yo, ¿es razonable esperar un impacto en la mortalidad general con una disminución de 20-65% que se obtiene en la mortalidad cáncer específica con técnicas de tamización utilizadas en estas enfermedades? Mi respuesta es: no es razonable. La supervivencia general nunca ha sido el desenlace con el que se mide la eficacia de la tamización. Debemos conformarnos con demostrar mejoría en la supervivencia cáncer específica, como un argumento suficiente para considerar su adopción.

¿Qué pasa con la tamización para cáncer de próstata y cáncer de mama? Se trata aquí de dos situaciones particulares que han obligado a derramar mucha tinta. Voy a resumirlo lo mejor que puedo. Arranco por decir que se trata de dos situaciones distintas. En el caso del cáncer de próstata con antígeno específico de próstata, hay una aceptación casi universal de que su beneficio, aún en mortalidad cáncer específica, es cercano a nulo. Es decir, si se practica tamización o no, la supervivencia por cáncer de próstata va a ser esencialmente idéntica. Aunque no lo pienso sustentar aquí, los que saben dicen que realizar tamización para cáncer de próstata en mayores de 70 años se asocia a mayor daño – no mayor beneficio. ¿Significa ello que debemos abandonarlo? Significa, creo yo, que se le debe explicar eso al paciente, para que se decida de común acuerdo. Porque puede que no le funcione a la población, pero puede funcionarle a una persona individual. El segundo caso es más interesante. La mamografía de tamización viene siendo estudiada, amada y odiada, desde hace décadas. Existen estudios que muestran que la mamografía de tamización sólo aumenta los cánceres que no van a matar a las pacientes, es decir los cánceres indolentes. A eso lo llaman sobrediagnóstico. Las curvas de incidencia muestran que los cánceres más agresivos se diagnostican en la misma proporción, con o sin mamografía poblacional. Según esta evidencia, no debería realizarse. Sin embargo, existe también evidencia de que la mamografía de tamización reduce la mortalidad cáncer específica en aproximadamente un 20%. Según esta evidencia, debería continuarse. ¿Cuál de las dos evidencias es verdad? La respuesta es: ambas. Postulemos que las deficiencias metodológicas inherentes a estos estudios no son suficientes para invalidarlos. Podemos convivir con estas evidencias conflictivas. ¿Entonces, qué? Dirá el más pugnaz de vosotros. Pues, nada. Si quiere, no haga mamografía. O, hágala… Yo personalmente creo que la verdad en medicina ofrece las mismas dificultades epistemológicas que la verdad en cualquier otro ámbito científico: uno se aproxima, pero nunca llega. Y creo que, a menos que se refute, sigue siendo cierto que la mamografía de tamización disminuye un 20% la mortalidad cáncer específica, y por ello la recomiendo. Lo hago con la (in)seguridad de saber que no es cosa resuelta. Soy adulto, lidio con la incertidumbre con las herramientas que tengo.