Guatavita
Érase una vez un cacique famoso del altiplano llamado Guatavita. Felizmente casado con su güi por muchos años… Pero al pasar el tiempo, Guatavita empezó a encontrar a sus otras esposas más atractivas. Olvidó a su güi pese a que esta le había dado una hermosa niña como hija. En los banquetes que daba el cacique a sus amigos ni siquiera invitaba a su güi… Por lo que ella lloraba pues se sentía abandonada. Entre los muiscas, el destino de la mujer era aceptar cualquier disposición de su hombre. Así que la cacique no tenía ninguna opción distinta a aceptar su destino. Un apuesto guerrero de la guardia de Guatavita notó como la hermosa güi estaba siempre sola y triste. Fue así que entablaron una amistad que después de transformó en amor. Un amor prohibido. Guatavita supo de la traición de su esposa y planeó con cuidado su venganza. Capturó al guerrero, y le dio muerte. Luego invitó a su güi a un banquete donde le sirvieron el corazón de un animal salvaje recién cazado. Los otros comensales miraban burlones como la esposa comía el majar. Posteriormente, le sirvieron como plato principal la oreja de su amado. Ella lo reconoció inmediatamente, y sumióse en la más honda pena. El castigo para el adulterio consistía en dolorosas torturas seguidas por la muerte de la culpable. Desesperada, tomó ella su hijita de brazos y, desnudas, se dirigieron a la laguna donde, se ahogaron. Guatavita comprendió que mucho había amado a su güi, y estaba dispuesto a perdonarla, pero era ya demasiado tarde. Envió a su gente para rescatarlas. Al verlo tan triste, le dijeron que la princesa - porque eso era - era tan hermosa que un dragón subacuático se la había robado para casarse con ella. Guatavita pidió que al menos le trajeran a su hija, pero ellos le dijeron que el dragón la había matado de celos. El cacique nunca se repuso de la pérdida de su esposa, y ordenó que todos los años se depositaran hermosas ofrendas de oro en esa laguna mágica donde el dragón y su güi vivirían eternamente.